Destellos de agonía
que te dejan ciego y te cortan la respiración
se sienten en el pecho, al final de tu retina,
en los pies, y en las manos.
Los contienes apretando los dientes,
los ojos, y las manos.
Golpeando paredes, apretando los dientes de nuevo,
y puteando el origen de los destellos.
¡Gritas sin voz!
Para que la agonía no se entere de tu agonía.
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