jueves, 27 de marzo de 2014

27. La gravedad, y la gravedad.

El peso de los sentimientos te curvan hacia el piso
como atraídos por la gravedad,
la gravedad del asunto, y por la que los sentimientos pesan tanto
es equivalente a la estupidez con la que lo mires.

Qué curioso que sólo nos sentimos ligeros cuando estamos felices.

La carga de nuestras penas
pareciera que fuese imparcial,
realmente no discrimina,
y aunque parezca, no juzga,
el juicio es sólo nuestro, por eso nos jodemos.

Deja de juzgarte, deja de juzgarme,
el juicio es de los cuerdos,
y no olvides que hace tiempo, casi desde antes de nacer,
nuestros únicos re-cuerdos fueron olvidados
y lo cuerdos, que alguna vez nunca fuimos, no lo recuerdo.

No es que mi vida dependa de la tuya,
o la tuya de la mía,
eso es algo que dicen los enamorados que no saben amar.
Antes bien, nuestras vidas dependen de ellas mismas,
pero nuestras locuras se sienten atraída la una a la otra,
como un colibrí buscando néctar,
ellas nos matan y nos dan vida,
no dan vida y nos matan.
Casi me olvido de la gravedad del asunto,
y es que solo es grave si lo pensamos,
en el fondo sólo son tonterías.

Pero la gravedad, esa sí que no es una tontería.

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